San Pancracio
Pancracio nació en la entonces ciudad turca de Frigia probablemente en el año 286, de padres nobles y que no tenían como religión el cristianismo. Pronto quedó huérfano y junto a su tío Dionisio se trasladó a Roma. Aunque era muy joven, nuestro santo quedó entusiasmado de la fe de muchos cristianos que estaban dispuestos a dar su propia vida por Jesucristo. Rápidamente se interesó por conocer el Evangelio y se bautizó. Algunas fuentes señalan que el mismo Papa Marcelino fue quien lo catequizó y bautizó.
Por aquellos tiempos, el emperador Diocleciano mandó un edicto que perseguía a todos aquellos que abrazaba la fe cristiana. Pancracio fue descubierto y condenado a morir decapitado en la Vía Aurelia, un 12 de mayo del 305. Los cristianos se hicieron cargo del cuerpo del joven mártir y le dieron sepultura en un cementerio cercano a la mencionada calle.
El culto a San Pancracio fue ya importante desde el mismo día de su martirio, muchos devotos fueron a venerar su tumba que se convirtió en un auténtico santuario de peregrinación de personas venidas no sólo de la ciudad sinó también de todo el país. Esto motivó que el Papa Simaco mandara alzar una basílica a principios del siglo VI. Más tarde, otro pontífice, Honorio I construyó entre los años 625 al 638 una nueva iglesia en su honor ya que la anterior amenazaba ruina. Sobre su sepulcro mandó grabar esta inscripción:
"Por los méritos insignes y las singulares gracias del Bienaventurado Pancracio, el obispo Honorio, siervo del Señor, para bien del pueblo de Dios, ordenó derribar el viejo edificio que amenazaba ruina y no contenía los restos del santo, debido al descuido de los antiguos; mandó construir de nueva planta otra iglesia y, dentro del altar adornado con mármoles preciosos, colocó las reliquias que antes estaban en la pared exterior del edificio".
Devoción
La devoción a San Pancracio se fue propagando a lo largo de los años por Occidente e incluso en Oriente, en buena parte gracias a la narración de su pasión que fue redactada antes del siglo IX. Dos atractivos hay en el santo que ayudaron a su veneración: la pronta edad de su martirio y los milagros que por su intercesión le fueron atribuidos. Cabe no olvidarnos del gran aprecio que suscita el santo en Inglaterra, allí, San Agustín de Cantérbury le dedicó una iglesia a finales del siglo VI.
Aunque el patrón de los trabajadores sea San José, San Pancracio es también otro de los santos a quien mucha gente recurre para encontrar trabajo. También se le invoca para obtener buena salud. Como que la pasión del martirio nos cuenta que fue decapitado, hay también quien le reza para combatir la migraña. Otra de sus virtudes es la de proteger contra el perjurio y el falso testimonio. Cabe destacar que los tejedores y todo el arte del ramo textil de Barcelona adoptaron a mediados del siglo XIX a San Pancracio como patrón. En el día de su onomástica celebraban una gran fiesta. Este patronazgo cayó en desuso a finales del mismo siglo y hoy por hoy, los tejedores ya no le veneran. Recuerda que el patrón de este ramo está compartido entre San Francisco de Asís y San Martín de Tours.
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Es bueno tener a los santos como amigos en nuestro andar diario. Desgraciadamente muchos se creen que los santos son solamente imágenes colgadas en las paredes de una iglesia, estáticas y sin vida. Pues no, los santos también se mueven y lo hacen a través de nosotros, ellos están a nuestro lado, igual que Jesús. Escribo esto porque muchas veces tratamos a los santos como si fueran brujos o médiums y nada más lejos que la realidad. Pretender como hacen algunos que San Pancracio nos haga ganar en un sorteo de la lotería es una auténtica aberración, más si tenemos en cuenta que hay gente en el mundo que lo pasa mucho peor que nosotros. En muchas tiendas y negocios se colocan imágenes del santo, e incluso le colocan al lado perejil para asegurar un buen negocio. Más vale poner el perejil para condimentar un buen "entrecot" de ternera. No es que no se tenga que poner a San Pancracio en nuestra tienda, claro que si, pero pretender tenerlo allí estático como si fuera un reloj o un cuadro sin poner nada de nuestra parte es simplemente un adorno. Si tenemos dicha imagen en la tienda es para aprender de su virtud, para que esté a nuestro lado mientras atendemos a los clientes y para coger el coraje de ser cada vez mejores como personas y como vendedores, sin querer engañar a nuestros clientes. Recuerda que el santo protege contra el perjurio y el falso testimonio, por lo tanto, podemos dar aquí una circunstancia homóloga.
Como que la devoción a San Pancracio está tan extendida, incluso algunos seguidores de fútbol ponen velas a San Pancracio para que gane su equipo. No faltan los fans del Barça o del Madrid que lo hacen. Bueno será recordar que San Pancracio nació en una antigua ciudad llamada Frigia, situada entonces en Turquía y que si realmente nuestro amigo tiene que ayudar a algún equipo, seguro que antes lo hará por el Galatasaray, o por el Fenerbache. O vete a saber, ¡¡a lo mejor era aficionado a la pértiga!! En San Pancracio podemos ver un espejo de coraje de fe y un auténtico testimonio juvenil en defensa del Evangelio.
Onomástica: 12 mayo.Oración a San Pancracio
"Glorioso San Pancracio, alcanzadme de Dios trabajo honrado y suficiente para todas las necesidades de esta vida temporal. Os pido salud y fuerza para cumplir con mi trabajo. A través de él confío en alcanzar la gloria eterna. Amen".
ORACIÓN A SAN PANCRACIO MÁRTIRPARA ALCANZAR DE SU INTERCESIÓN UNA VIDA VIRTUOSA, SALUD Y TRABAJO.
Por la señal ...Acto de contrición. Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero ...Señor Dios misericordioso, con vuestra gracia y para vuestra mayor gloria, y bien de mi alma, acudo a la intercesión de vuestro glorioso mártir, el niño San Pancracio, para alcanzar de vuestra bondad la gracia que especialmente le pido, y con ella y todos los bienes que me convienen para vivir y morir santamente.Así sea.
ORACION A SAN JOSE DE CUPERTINO PATRONO DEL ESTUDIANTE
SAN JOSÉ DE CUPERTINO
1603 - 1663
2. NOVENA PARA TENER ÉXITO
EN LOS ESTUDIOS
2. NOVENA PARA TENER ÉXITO
EN LOS ESTUDIOS
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ORACION A SANTA LUCIA PATRONO DE LOS OJOS O PROBLEMAS DE OJOS
SANTA LUCÍA
Mártir. 283-304
2. NOVENA
Mártir. 283-304
2. NOVENA
Se empezará diciendo el Acto de contrición y las dos oraciones preparatorias, con los tres Padrenuestros y tres Avemarías, y luego se dirán las siguientes deprecaciones de este día: |
VIDAS DE SANTOS - SAN ISIDORO DE SEVILLA
San Isidoro de Sevilla es el último de los Padres latinos, y resume en sí todo el patrimonio de adquisiciones doctrinales y culturales que la época de los Padres de la Iglesia transmitieron a los siglos futuros. Isidoro fue un escritor enciclopédico, muy leído en la Edad Media, sobre todo por sus Etimologías, una «summa» muy útil de la ciencia antigua, en la que condensó los principales resultados más con celo que con espíritu crítico. Pero a pesar de poseer tan ricamente la ciencia antigua y de influir considerablemente en la cultura medioeval, su gran preocupación como obispo celoso fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español.
Para esto fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicando mucho de su laboriosa jornada a la instrucción de los candidatos al sacerdocio. La santidad era de casa en la noble familia, oriunda de Cartagena, de la que nació (en Sevilla) Isidoro en el 560: tres hermanos fueron obispos y santos: Leandro, Fulgencio e Isidoro; una hermana, Florentina, fue religiosa y santa. Leandro, el hermano mayor, fue tutor y maestro de Isidoro, que quedó huérfano cuando era muy niño.
El futuro doctor de la Iglesia, autor de muchos libros que tratan de todo el saber humano, desde la agronomía hasta la medicina, de la teología a la economía doméstica, al principio fue un estudiante poco aplicado. Como tantos otros compañeros dejaba de ir a la escuela para ir a vagar por los campos. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendiduras en la dura piedra. Entonces comprendió que también la constancia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida.
Regresó con amor a sus libros y progresó tanto en el estudio que mereció ser considerado el hombre más sabio de su tiempo. Isidoro sucedió al hermano Leandro en el gobierno de la importante diócesis de Sevilla. Como el hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo, y también presidió el importante cuarto concilio de Toledo, en el 633. Se formó con la lectura de San Agustín y de San Gregorio Magno, y aun sin tener el vigor un Boecio o el sentido organizador de un Casiodoro, Isidoro compartió con ellos la gloria de ser el maestro de la Europa medioeval y el primer organizador de la cultura cristiana. Cuenta una simpática leyenda que cuando tenía un mes de vida, un enjambre de abejas invadió su cuna y dejó en los labios del pequeño Isidoro un poco de miel, como auspicio de la dulce y sustanciosa enseñanza que un día saldría de esos labios. Isidoro fue muy sabio, pero al mismo tiempo de profunda humildad y caridad; no sólo obtuvo el título de «doctor aegregius» sino también la aureola de santo.
San Isidoro de Sevilla es el último de los Padres latinos, y resume en sí todo el patrimonio de adquisiciones doctrinales y culturales que la época de los Padres de la Iglesia transmitieron a los siglos futuros. Isidoro fue un escritor enciclopédico, muy leído en la Edad Media, sobre todo por sus Etimologías, una «summa» muy útil de la ciencia antigua, en la que condensó los principales resultados más con celo que con espíritu crítico. Pero a pesar de poseer tan ricamente la ciencia antigua y de influir considerablemente en la cultura medioeval, su gran preocupación como obispo celoso fue la de lograr una madurez cultural y moral del clero español.
Para esto fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicando mucho de su laboriosa jornada a la instrucción de los candidatos al sacerdocio. La santidad era de casa en la noble familia, oriunda de Cartagena, de la que nació (en Sevilla) Isidoro en el 560: tres hermanos fueron obispos y santos: Leandro, Fulgencio e Isidoro; una hermana, Florentina, fue religiosa y santa. Leandro, el hermano mayor, fue tutor y maestro de Isidoro, que quedó huérfano cuando era muy niño.
El futuro doctor de la Iglesia, autor de muchos libros que tratan de todo el saber humano, desde la agronomía hasta la medicina, de la teología a la economía doméstica, al principio fue un estudiante poco aplicado. Como tantos otros compañeros dejaba de ir a la escuela para ir a vagar por los campos. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendiduras en la dura piedra. Entonces comprendió que también la constancia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras dificultades de la vida.
Regresó con amor a sus libros y progresó tanto en el estudio que mereció ser considerado el hombre más sabio de su tiempo. Isidoro sucedió al hermano Leandro en el gobierno de la importante diócesis de Sevilla. Como el hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo, y también presidió el importante cuarto concilio de Toledo, en el 633. Se formó con la lectura de San Agustín y de San Gregorio Magno, y aun sin tener el vigor un Boecio o el sentido organizador de un Casiodoro, Isidoro compartió con ellos la gloria de ser el maestro de la Europa medioeval y el primer organizador de la cultura cristiana. Cuenta una simpática leyenda que cuando tenía un mes de vida, un enjambre de abejas invadió su cuna y dejó en los labios del pequeño Isidoro un poco de miel, como auspicio de la dulce y sustanciosa enseñanza que un día saldría de esos labios. Isidoro fue muy sabio, pero al mismo tiempo de profunda humildad y caridad; no sólo obtuvo el título de «doctor aegregius» sino también la aureola de santo.
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