CCLVII Papa
Martirologio Romano: Memoria del papa san Pío X, que fue sucesivamente
sacerdote con cargo parroquial, obispo de Mantua y después patriarca de Venecia.
Finalmente, elegido Sumo Pontífice, adoptó una forma de gobierno dirigida a
instaurar todas las cosas en Cristo, que llevó a cabo con sencillez de ánimo,
pobreza y fortaleza, promoviendo entre los fieles la vida cristiana por la
participación en la Eucaristía, la dignidad de la sagrada liturgia y la integridad
de la doctrina (1914).
Etimología: Pío = piadoso. Viene de la lengua latina.
Giuseppe Melchiorre Sarto, quien luego sería el Papa Pío X nació el 2 de Junio
de 1835 en Riese, provincia de Treviso, en Venecia. Sus padres fueron Giovanni
Battista Sarto y Margarita Sanson. Su padre fue un cartero y murió en 1852,
pero su madre vivió para ver a su hijo llegar a Cardenal. Luego de terminar
sus estudios elementales, recibió clases privadas de latín por parte del
arcipreste de su pueblo, Don Tito Fusarini, después de lo cual estudió durante
cuatro años en el gimnasio de Castelfranco Veneto, caminando de ida y vuelta
diariamente.
En 1850 recibió la tonsura de manos del Obispo de Treviso y obtuvo una beca
de la Diócesis de Treviso para estudiar en el seminario de Padua, donde
terminó sus estudios filosóficos, teológicos y de los clásicos con honores.
Fue ordenado sacerdote en 1858, y durante nueve años fue capellán de
Tómbolo, teniendo que asumir muchas de las funciones del párroco, puesto
que éste ya era anciano e inválido. Buscó perfeccionar su conocimiento de
la teología a través de un estudio asiduo de Santo Tomás y el derecho canónico;
al mismo tiempo estableció una escuela nocturna para la educación de los adultos,
y siendo él mismo un ferviente predicador, constantemente era invitado a ejercer
este ministerio en otros pueblos.
En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la Diócesis
de Treviso, en donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del
hospital con sus propios medios, en congruencia con su habitual generosidad hacia
los pobres; especialmente se distinguió por su abnegación durante una epidemia de
cólera que afectó a la región. Mostró una gran solicitud por la instrucción religiosa de
los adultos. En 1875 creó un reglamento para la catedral de Treviso; ocupó varios
cargos, entre ellos, el de director espiritual y rector del seminario, examinador del
clero y vicario general; más aún, hizo posible que los estudiantes de escuelas
públicas recibieran instrucción religiosa. En 1878, a la muerte del Obispo Zanelli,
fue elegido vicario capitular. El 10 de Noviembre de 1884 fue nombrado Obispo de
Mantua, en ese entonces una sede muy problemática, y fue consagrado el 20 de
Noviembre. Su principal preocupación en su nuevo cargo fue la formación del clero
en el seminario, donde, por varios años, enseñó teología dogmática y, durante un año,
teología moral. Deseaba seguir el método y la teología de Santo Tomás, y a muchos
de los estudiantes más pobres les regaló copias de la "Summa Theologica"; a la vez,
cultivó el Canto Gregoriano en compañía de los seminaristas. La administración temporal
de la sede le impuso grandes sacrificios. En 1887 celebró un sínodo diocesano. Mediante
su asistencia en el confesionario, dio ejemplo de celo pastoral. La Organización Católica
de Italia, conocida entonces como la "Opera dei Congressi", encontró en él a un celoso
propagandista desde su ministerio en Salzano. En el consistorio secreto celebrado en
Junio de 1893, León XIII lo creó Cardenal, con el título de San Bernardo de las Termas; y
en el consistorio público, tres días más tarde, fue preconizado Patriarca de Venecia,
conservando mientras tanto el título de Administrador Apostólico de Mantua. El Cardenal
Sarto fue obligado a esperar dieciocho meses, antes de tomar posesión de su nueva
diócesis, debido a que el gobierno italiano se negaba a otorgar el exequatur, reclamando
que el derecho de nominación había sido ejercido por el Emperador de Austria. Este
asunto fue tratado con amargura en periódicos y panfletos; el Gobierno, a manera de
represalia, rehusó extender el exequatur a los otros obispos que fueron nombrados
durante este tiempo, por lo que el número de sedes vacantes creció a treinta. Finalmente,
el ministro Crispi, habiendo regresado al poder, y la Santa Sede, habiendo elevado la
misión de Eritrea a la categoría de Prefectura Apostólica en atención a los Capuchinos
Italianos, motivaron al Gobierno a retractarse de su posición original. Esta oposición no
fue causada por ninguna objeción contra la persona de Sarto. En Venecia el cardenal
encontró un estado de cosas mucho mejor que el que había hallado en Mantua. También
allí puso gran atención en el seminario, donde logró establecer la facultad de derecho
canónico. En 1898 celebró el sínodo diocesano. Promovió el uso del Canto Gregoriano y
fue gran benefactor de Lorenzo Perosi; favoreció el trabajo social, especialmente los bancos
en las parroquias rurales; se dio cuenta de los peligros que entrañaban ciertas doctrinas y
conductas de algunos Cristiano-Demócratas y se opuso enérgicamente a ellas. El Congreso
Eucarístico Internacional de 1897, en el centenario de San Gerardo Sagredo (1900), la
bendición de la primera piedra del nuevo campanario de San Marcos y la capilla
conmemorativa en el Monte Grappa (1901) fueron eventos que dejaron una profunda
impresión en él y en su gente. A la muerte de León XIII, los cardenales se reunieron en
cónclave y, después de varias votaciones, Giuseppe Sarto fue elegido el 4 de Agosto al
obtener 55 de 60 votos posibles. Su coronación tuvo lugar el siguiente Domingo, 9 de
Agosto de 1903.
En su primera Encíclica, deseando revelar hasta cierto punto su programa de trabajo,
mencionó el que sería el lema de su pontificado: "instaurare omnia in Christo" (Ef 1,10).
En consecuencia, su mayor atención giró siempre sobre la defensa de los intereses de
la Iglesia. Pero ante todo, sus esfuerzos también se dirigieron a promover la piedad entre
los fieles, y a fomentar la recepción frecuente de la Sagrada Comunión, y, si era posible,
hacerla diariamente (Decr. S. Congr. Concil., 20 de Diciembre, 1905), dispensando a los
enfermos de la obligación de ayunar para poder recibir la Sagrada Comunión dos veces
al mes, o incluso más (Decr. S. Congr. Rit., 7 de Diciembre, 1906). Finalmente, mediante
el Decreto "Quam Singulari" (15 de Agosto, 1910), recomendó que la Primera Comunión
en los niños no se demorara demasiado tiempo después de que alcanzaran la edad de la
discreción. Fue por deseo suyo que el Congreso Eucarístico de 1905 se celebró en Roma,
mientras que aumentó la solemnidad de los congresos Eucarísticos posteriores mediante
el envío de cardenales legados. El quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma
de la Inmaculada Concepción fue una ocasión que supo aprovechar para impulsar la devoción a
María (Encíclica "Ad illum diem", Febrero 2,1904); y el Congreso Mariano junto con la
coronación de la imagen de la Inmaculada Concepción en el coro de la Basílica de San Pedro
fueron una digna culminación de la solemnidad. Fuera como simple capellán, como obispo,
y como patriarca, Giuseppe Sarto fue siempre un promotor de la música sacra; como Papa
publicó, el 22 de Noviembre de 1903, un Motu Proprio sobre música sacra en las iglesias, y,
al mismo tiempo, ordenó que el auténtico Canto Gregoriano se utilizara en todas partes,
mientras dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el tipo de fuente del Vaticano
bajo la supervisión de
una comisión especial. En la Encíclica "Acerbo nimis" (Abril 15, 1905),
planteó la necesidad de que la instrucción catequética no se limitara a los niños, sino que
también fuera dirigida hacia los adultos, dando para ello reglas detalladas, especialmente en lo referente a escuelas
adecuadas para la impartición de la instrucción religiosa a los estudiantes de escuelas públicas, y aun de
universidades. Promovió la publicación de un nuevo catecismo para la Diócesis de Roma.
Como obispo, su principal preocupación había sido la formación del clero, y de acuerdo con
este propósito, una Encíclica dirigida al Episcopado Italiano (Julio 28, 1906) hacía énfasis en
la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de
los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez
con mayor frecuencia un espíritu de independencia que era una amenaza para la disciplina
eclesiástica. En beneficio de los seminarios italianos, ordenó que fueran visitados
regularmente por los obispos, y promulgó un nuevo programa de estudios que había estado
en uso en el Seminario Romano. Por otra parte, como las diócesis del Centro y Sur de Italia
eran tan pequeñas que sus seminarios respectivos no podían prosperar, Pío X estableció el
seminario regional, que es común para las sedes de una región dada; en consecuencia,
muchos seminarios, pequeños y deficientes, fueron cerrados.
Para una mayor eficacia en la asistencia a las almas, a través de un Decreto de la Sagrada
Congregación del Consistorio (Agosto 20, 1910), promulgó instrucciones concernientes a la
remoción de párrocos como un acto administrativo, cuando tal procedimiento requería de
graves circunstancias que podían no constituir una causa canónica para la destitución. Con
motivo de la celebración del jubileo de su ordenación sacerdotal, dirigió una carta llena de
afecto y prudentes consejos a todo el clero. Por un Decreto reciente (Noviembre 18, 1910),
el clero había sido impedido de tomar parte en la administración temporal de organizaciones
sociales, lo cual era causa frecuente de graves dificultades.
Pero por sobre todas las cosas, la principal preocupación del Papa era la pureza de la fe. En
varias ocasiones, como en la Encíclica con respecto al centenario de San Gregorio Magno,
Pío X resaltaba los peligros de ciertos métodos teológicos nuevos, los cuales, basándose en
el Agnosticismo y el Immanentismo, por fuerza suprimían la doctrina de la fe de sus enseñanzas
de una verdad objetiva, absoluta e inmutable, y más aun cuando estos métodos se asociaban
con una crítica subversiva de las Sagradas Escrituras y de los orígenes del Cristianismo. Por
esta razón, en 1907, publicó el Decreto "Lamentabili" (llamado también el Syllabus de Pío X),
en el que sesenta y cinco proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de
estas se referían a las Sagradas Escrituras, su inspiración y la doctrina de Jesús y los
Apóstoles, mientras otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos, la primacía del
Obispo de Roma. Inmediatamente después de eso, el 8 de Septiembre de 1907, apareció la
famosa Encíclica "Pascendi", que exponía y condenaba el sistema del Modernismo. Este
documento hace énfasis sobre el peligro del Modernismo en relación con la filosofía,
apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa
innovación y la fe tradicional; y, finalmente, establece reglas por las cuales combatir
eficazmente las perniciosas doctrinas en cuestión. Entre las medidas sugeridas cabe señalar
el establecimiento de un cuerpo oficial de "censores" de libros y la creación de un "Comité de
Vigilancia". Posteriormente, mediante el Motu Proprio "Sacrorum Antistitum", Pío X llamó la
atención en los interdictos de la Encíclica y las disposiciones que habían sido establecidas
previamente bajo el pontificado de León XIII sobre la predicación, y sancionó que todos
aquellos que ejercieran el sagrado ministerio o quienes enseñaran en institutos eclesiásticos,
así como canónigos, superiores del clero regular, y aquellos que servían en oficinas
eclesiásticas, deberían tomar un juramento en el que se comprometían a rechazar los errores
que eran denunciados en la Encíclica o en el Decreto "Lamentabili". Pío X retomó este asunto
vital en otras ocasiones, especialmente en las Encíclicas que fueron escritas en
conmemoración de San Anselmo (Abril 21, 1909) y de San Carlos Borromeo (Junio 23, 1910),
en la segunda de las cuales el Modernismo Reformista fue especialmente condenado. Como
el estudio de la Biblia es, a la vez, el área más importante y más peligrosa de la teología, Pío
X deseaba fundar en Roma un centro especial para esos estudios, que les diera la garantía
inmediata de una ortodoxia incuestionable y un valor científico; en consecuencia, y con el
apoyo de todo el mundo católico, se estableció el Pontificio Instituto Bíblico de Roma, bajo la
dirección de los jesuitas.
Una necesidad sentida durante mucho fue la de codificar la Ley Canónica, y con la intención
de llevarla a cabo, el 19 de Marzo de 1904, Pío X creó una congregación especial de
cardenales, de la que Gasparri, convertido en cardenal, sería el secretario. Las más eminentes
autoridades en derecho canónico de todo el mundo, colaboraron en la formación del nuevo
código, algunas de cuyas prescripciones ya habían sido publicadas, como por ejemplo, las
modificaciones a la ley del Concilio de Trento en lo referente a los matrimonios secretos, las
nuevas reglas para las relaciones diocesanas y para las visitas episcopales ad limina, y la
nueva organización de la Curia Romana (Constitución "Sapienti Consilio", Junio 29, 1908).
Anteriormente, las Congregaciones para las Reliquias e Indulgencias y de Disciplina habían
sido suprimidas, mientras que la Secretaría de Asuntos Menores había sido unida a la
Secretaría de Estado. La característica del nuevo reglamento es la completa separación de
los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las funciones de algunos
departamentos habían sido determinadas con mayor precisión y sus trabajos más equilibrados.
Las oficinas de la Curia se dividieron en Tribunales (3), Congregaciones (11), y Oficinas (5).
Con respecto a los primeros, el Tribunal de Signatura (constituido exclusivamente por cardenales)
y el de la Rota fueron revividos; al Tribunal de la Penitenciaría le fueron dejados únicamente los
casos del fuero interno (conciencia). Las Congregaciones permanecieron casi como estaban al
principio, con la excepción de que una sección especial fue agregada al Santo Oficio de la
Inquisición para las indulgencias; la Congregación de Obispos y Regulares recibió el nombre
de Congregación de Religiosos y tendría que tratar únicamente los asuntos de las congregaciones
religiosas, mientras los asuntos del clero secular serían derivados a la Congregación del
Consistorio o a la del Concilio; de este último fueron retirados los casos matrimoniales, los cuales
serían ahora enviados a los tribunales o a la recientemente creada Congregación de los Sacramentos.
La Congregación del Consistorio aumentó grandemente su importancia debido a que tendría que decidir
sobre cuestiones que eran competencia de las otras Congregaciones. La Congregación de Propaganda
perdió mucho de su territorio en Europa y América, donde las condiciones religiosas habían comenzado
a estabilizarse. Al mismo tiempo, fueron publicadas las reglas y regulaciones para empleados, y aquellas
para los diferentes departamentos. Otra Constitución reciente presenta una relación de las sedes
suburbicarias.
La jerarquía Católica incrementó grandemente su número durante los primeros años del pontificado de Pío
X, en los que se crearon veintiocho nuevas diócesis, la mayoría en los Estados Unidos, Brasil y las Islas
Filipinas; también una abadía nullius, 16 vicariatos Apostólicos y 15 prefecturas Apostólicas.
León XIII llevó la cuestión social dentro del ámbito de la actividad eclesial; Pío X también deseó que la
Iglesia cooperara, o, mejor aún, desempeñara un papel de liderazgo en la solución de la cuestión social;
sus puntos de vista en esta materia fueron formulados en un syllabus de diecinueve proposiciones,
tomadas de diferentes Encíclicas y otras Actas de León XIII, y publicadas en un Motu Proprio
(Diciembre 18, 1903), especialmente para la orientación en Italia, donde la cuestión social era
un asunto espinoso a principios de su pontificado. Buscó especialmente reprimir ciertas tendencias
que se inclinaban hacia el Socialismo y promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad
eclesiástica.
Como resultado del aumento constante de divergencias, la "Opera dei Congressi", la asociación
Católica más grande de Italia, fue disuelta. No obstante, inmediatamente después la Encíclica
"Il fermo proposito" (Junio 11, 1905) provocó la formación de una nueva organización, constituida
por tres grandes uniones, la Popular, la Económica y la Electoral. La firmeza de Pío X logró la
eliminación de, por lo menos, los elementos más discrepantes, posibilitando, ahora sí, una
verdadera acción social Católica, aunque subsistieron algunas fricciones. El deseo de Pío X
es que la clase trabajadora sea abiertamente Católica, como lo expresó en una memorable
carta dirigida al Conde Medolago-Albani. También en Francia, el Sillon, después de un origen
prometedor, había dado un giro que lo acercaba a la ortodoxia del extremismo democrático
social; y los peligros de esta relación fueron expuestos en la Encíclica "Notre charge apostolique"
(Agosto 25, 1910), en la cual los Sillonistas fueron conminados a mantener sus organizaciones
bajo la autoridad de los obispos.
En sus relaciones con los Gobiernos, el pontificado de Pío X tuvo que mantener luchas dolorosas.
En Francia el papa heredó disputas y amenazas. La cuestión "Nobis nominavit" fue resuelta con
la condescendencia del papa; pero en lo referente al nombramiento de obispos propuestos por
el Gobierno, la visita del presidente al Rey de Italia, con la consiguiente nota de protesta, y la
remoción de dos obispos franceses, deseada por la Santa Sede, se convirtieron en pretextos
del Gobierno en París para el rompimiento de las relaciones diplomáticas con la Corte de
Roma.
Mientras tanto la ley de Separación ya había sido preparada, despojando a la Iglesia de Francia y
prescribiendo, además, una constitución para la misma , la cual, si bien no era abiertamente
contraria
a su naturaleza, por lo menos entrañaba grandes peligros para ella. Pío X, sin prestar atención a los
consejos oportunistas de quienes tenían una visión corta de la situación, rechazó firmemente
consentir
en la formación de las asociaciones cultuales. La separación trajo cierta libertad a la Iglesia de Francia,
especialmente en materia de la elección de sus pastores. Pío X, sin buscar represalias,
todavía reconoció
el derecho francés de protectorado sobre los Católicos en el Este. Algunos párrafos de la
Encíclica "Editae Saepe", escrita en ocasión del centenario de San Carlos Borromeo, fueron mal interpretadas por
los Protestantes, especialmente en Alemania, por lo que Pío X elaboró una declaración refutándolos, sin menoscabo
a la autoridad de su alto cargo. En ese tiempo (Diciembre, 1910), se temían complicaciones en España, así como
la separación y persecución en Portugal, para lo cual Pío X ya había tomado las medidas oportunas. El Gobierno de
Turquía envió un embajador ante el Papa. Las relaciones entre la Santa Sede y las repúblicas de América Latina
eran buenas. Las delegaciones en Chile y la República Argentina fueron elevadas a la categoría de internunciaturas,
y se envió un Delegado Apostólico a Centroamérica.
Naturalmente, la solicitud de Pío X se extendió a su propia estancia, realizando un gran trabajo
de restauración en el Vaticano; por ejemplo, en las habitaciones del cardenal-secretario de
Estado, el nuevo palacio para los empleados, una nueva galería de pinturas, la Specola, etc.
Finalmente, no debemos olvidar su generosa caridad en las calamidades públicas: durante
los grandes terremotos de Calabria, pidió la ayuda de todos los Católicos del mundo, logrando
reunir, al momento del último sismo, aproximadamente 7000,000 de francos, que sirvieron
para cubrir las necesidades de quienes fueron afectados y para la construcción de iglesias,
escuelas, etc. Su caridad no fue menor en ocasión de la erupción del Vesubio y de otros
desastres fuera de Italia (Portugal e Irlanda). En pocos años, Pío X obtuvo resultados
magníficos y duraderos en interés de conservar la doctrina y disciplina Católicas, aún
enfrentando grandes dificultades de todo tipo. Hasta los no Católicos reconocen su espíritu
apostólico, su fortaleza de carácter, la precisión de sus decisiones y su búsqueda de un
programa claro y explícito.
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